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Semana Santa, por un turismo con mayor valor agregado

Semana Santa, por un turismo con mayor valor agregado
Por Crisanto Pabel Flores García

 La Semana Santa en Ayacucho no es simplemente una celebración religiosa; es una inmersión profunda en la historia, la fe, en su arraigado sincretismo religioso y en la vibrante cultura de una región que palpita con una intensidad única durante estos días. Conocida como la «Segunda Sevilla», Ayacucho despliega un espectáculo conmovedor de procesiones de la pasión de Jesucristo, fervor popular y tradiciones ancestrales que atraen a visitantes cada año. Este evento, con su posicionado significado espiritual, representa un crisol de potencialidades, oportunidades y también importantes retos para el desarrollo turístico sostenible de la región.

La principal potencialidad de la Semana Santa ayacuchana reside en su autenticidad resultado de la fusión de lo andino con lo católico y su profunda conexión con la historia y la cultura local.

  • Riqueza histórica y religiosa: Ayacucho alberga una impresionante cantidad de iglesias coloniales, cada una con su propia historia y tesoros artísticos. Las procesiones, con sus imágenes centenarias y la participación masiva de hermandades, son un testimonio vivo de la fe arraigada en la comunidad. La narrativa de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo se escenifica de manera conmovedora, transportando a los visitantes a través de siglos de tradición.

Igualmente, la profunda devoción y la activa participación de la comunidad local son un elemento distintivo de la Semana Santa ayacuchana, creando una atmósfera única y emotiva.

  • Manifestaciones culturales únicas: Más allá de lo religioso, la Semana Santa en Ayacucho se entrelaza con expresiones culturales propias de la región. La música sacra interpretada por coros y agrupaciones locales, la elaboración de alfombras de flores multicolores que adornan las calles, la gastronomía típica de la temporada (ponche, humitas, chorizo, etc.) y la artesanía local enriquecen la experiencia y ofrecen una visión auténtica de la identidad ayacuchana.
  • Paisajes naturales y patrimonio arqueológico: Si bien la Semana Santa es el foco principal, Ayacucho cuenta con un entorno natural privilegiado y un rico patrimonio arqueológico que complementan la oferta turística. Sitios como la cueva de Pikimachay, el Santuario Histórico Pampas de Ayacucho, los centros arqueológicos de Wari, Intihuatana, Vilcashuamán, la arquitectura colonial del centro histórico de la ciudad y otros, junto a la belleza paisajística de Ruqruqa, Millpu, PachaPupun, Puncupata, Sarhua, Titankalyoq, Qorihuillca, Chapalla, Sondondo, sumados a su biodiversidad de biosfera y más, ofrecen alternativas para los visitantes que deseen explorar más allá de las celebraciones religiosas.

Para una mejor contextualización de Ayacucho en el ámbito turístico, se hace necesario remontarnos a la estadística o data histórica. Debemos decir que a finales de los años 70´; Ayacucho, recibía en promedio 12 a 14 vuelos diarios, trayendo consigo un número importante de turistas, sobre todo extranjeros, -denominado turismo receptivo-, posicionando a nuestro destino en un lugar privilegiado dentro del top 5 de las principales ciudades receptoras de turismo en el Perú. Llegaban a ésta urbe atraídos por la información de la existencia de una pequeña y bella ciudad en los andes, con maravilloso clima, de corte arquitectónico colonial con 33 templos; donde muy próximos a la ciudad existen centros arqueológicos prehispánicos en pleno estudio y restauración; que tiene producción de hermosa y variada artesanía, de música, de folclore y lugar donde se sucedieron diversos acontecimientos y hechos históricos, incluso de importancia y trascendencia latinoamericana; sumado a ello el valioso aporte de la inversión pública en obras de alto impacto social que se dieron y ejecutaron con motivo del festejo del sesquicentenario (150 aniversario) de la Batalla de Ayacucho. Es así que la conjunción de estas particularidades y otras más, brindaron a Ayacucho esa posición ventajosa y privilegiada frente a otros destinos, haciéndola del gusto y preferencia de foráneos.

Lamentablemente vino el declive; luego de los acontecimientos funestos de dolor, sufrimiento y atraso de más de 20 años, que vivió nuestra región producto de la violencia socio-política en las décadas de los años 80´ y 90´, con un resultado devastador para el turismo, donde prácticamente fue extinta esta actividad en nuestro departamento. De esos nefastos años, ha quedado una especie de estigma o rótulo negativo de destino inseguro, que aún cargamos las actuales y nuevas generaciones de ayacuchanos; que pese al tiempo transcurrido, a la particular característica de nuestra gente laboriosa y acogedora, al bajo índice de delincuencia común frente a otras regiones, al avance tecnológico y comunicacional; aún permanecemos con esa peyorativa catalogación y por ese factor en muchas guías de turismo internacional y consulados, se continúa advirtiendo a sus viajeros a tener sumo cuidado o sencillamente a abstenerse de viajar a nuestra región; lo cual es necesario revertir con estrategias comunicacionales efectivas, afianzando los temas resaltantes y positivos, sobre todo la calidez y hospitalidad de su población.

Hoy en día, ubicamos a Ayacucho con un bajísimo índice de arribos, pese al incremento de la demanda en carnavales, semana santa y fiestas patrias, que refleja una marcada estacionalidad de pocos días al año, lo que no es suficiente para mover la rueda del promedio anual; haciendo que el turismo ayacuchano sea calificado por especialistas como embrionario, significando que nos encontramos en una etapa débil o incipiente, pero con potencial de desarrollo. Lo cual es un retroceso en el tiempo a los últimos lugares de los diversos rankings turísticos en general, no solo en el receptivo sino también en el interno.

Y este suceso, no precisamente es porque seamos carentes en recursos históricos, arqueológicos, culturales, folclóricos, gastronómicos o paisajísticos de gran belleza sin igual, etc.; sino principalmente debido a la poca o nula voluntad política del Gobierno Regional para desarrollar este sector, basta con apreciar la exigua o nula asignación de partidas económicas.

Oportunidades: Impulsando un turismo de mayor valor agregado

La magnitud y el atractivo de la Semana Santa en Ayacucho presentan significativas oportunidades para el desarrollo turístico de la región, incluyendo la posibilidad de atraer un segmento de mercado global con mayor capacidad de gasto, lo que podría generar un impacto económico más significativo.

  • Atracción de turismo diversificado: Si bien la celebración, en la actualidad, atrae a un público joven y entusiasta, existe una oportunidad latente para recuperar y posicionar Ayacucho como un destino para un turismo cultural y religioso de alto valor. Este segmento, a menudo interesados en experiencias más inmersivas / vivenciales, alojamiento de mayor calidad, gastronomía regional y la adquisición de artesanía auténtica, podría dinamizar la economía local de manera más sustancial. Por cuanto, la declaratoria como Patrimonio Cultural de la Nación de la Semana Santa debe significar la recuperación de sus valores culturales.
  • Diversificación de la oferta turística y experiencias premium: La Semana Santa puede ser el ancla para promover otros atractivos de la región, incentivando a los visitantes a extender su estadía y explorar los sitios arqueológicos, la naturaleza y la gastronomía local.
  • Generación de empleo y desarrollo económico sostenible: Un flujo turístico más diversificado y con mayor capacidad de gasto podría generar oportunidades de empleo de mayor calidad y un desarrollo económico más sostenible.
  • Fortalecimiento de la identidad cultural y su valor turístico: El reconocimiento y la valoración de la Semana Santa como un patrimonio cultural es de suma importancia, promocionándola, con un mínimo de tres o más meses de antelación, a un público global interesado en experiencias auténticas, puede fortalecer la identidad local y aumentar su atractivo turístico a largo plazo; previa superación de la distorsión y degradación de años anteriores (refiriéndonos puntualmente el exceso producido en sábado de gloria en la plaza mayor).
  • Promoción de la artesanía y productos locales de alto nivel: La afluencia de turistas con mayor disposición económica representa una excelente oportunidad para que los artesanos locales exhiban y vendan productos de mayor calidad y diseño, preservando técnicas ancestrales y generando ingresos más significativos para sus familias.

Conclusión: Un futuro prometedor con una visión amplia del turismo

A fines octubre del 2024, PromPerú publica el perfil del vacacionista nacional y nos muestra con optimismo números y estadísticas que a los empresariado del sector turístico, sobre todo el ayacuchano, nos genera entusiasmo, aliento y esperanza en la continuidad de la actividad; que luego de los duros embates de la pandemia, de la inflación, de la recesión y de los últimos acontecimientos sociales del sur de nuestro país; nos refleja que para el 2023 tuvimos a nivel nacional a 8,2 millones de vacacionista, quienes viajan en promedio tres veces al año y generan un dinamismo económico de S/ 5,287 millones de soles.

La Semana Santa en Ayacucho es mucho más que un evento religioso; es una manifestación cultural viva que encierra un enorme potencial turístico. Es una gran oportunidad para atraer un segmento turístico global con mayor capacidad de gasto, Ayacucho puede diversificar su oferta y generar un impacto económico más robusto.

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